Muy recomendable en esta época de otoño este paseo circular recuperado hace poco por el Ayuntamiento.
Maravillosas vistas de Güéjar
Un subida preciosa en medio de un bosque de encina y roble
Atravesando cortijos, zonas de cultivo
Una subida alucinante
Zona de carboneras
La bajada, rodeando a la altura del hotel santa cruz hacia el barranco del castillejo, unas peñas impresionantes, amantes de la escalada, aquí salen unas cuantas vías espectaculares!!!! (quién se anima a equiparrrr)
Y unos marcos para fotos muy molones
Picachos, galayos, preciosa y entretenida la bajada
Y de nuevo, la imagen de Güéjar
Venga, animaos a patearla, merece la pena ;)
...Y para meternos en ambiente, un poquito de historia:
Intrépidos e intrépidas estos escritores/as del XIX que dieron nombre a este recorrido, os dejamos un extracto de sus aventuras aquí. Podéis leerlo completo en el Libro- catálogo de la exposición Luces del Sulayr, también disponible en este enlace
Grabado de Gustave Doré
El triunfo del Romanticismo se puede situar a partir de 1825
y su crisis unos 25 años después, hacia 1850, si bien su pulso se nota aún una
década más. Para las aspiraciones del romántico, España constituía el caldo de
cultivo más adecuado; su pasado y su presente lo permitían; su retraso en
relación con otros países de Europa lograba mostrar un ambiente de
primitivismo, de ingenuidad, que a los románticos enloquecía. Y Granada
encarnaba todos los anhelos y aspiraciones de un buen romántico.
Entre lo que se veía, se intuía, se adivinaba y se inventaba,
la ciudad y sus entornos fueron lugar sagrado de las peregrinaciones
románticas. Girault de Prangey, Richard Ford, David Roberts, John F.
Lewis, G. Vivian, Egron Lundgren, Louisa Tenison, M. Aumont y,
concluyendo el ciclo romántico, Gustavo Doré, son todos ellos personajes
vinculados al mundo de la pintura, del dibujo y del grabado, que dejaron su
testimonio de una Sierra Nevada que algunos pisaron hasta sus más altas cimas
(Ford, Gautier, Lundgren, Tenison y, aunque algo menos, Doré) y otros se
contentaron con seguir contemplándola como fondo de escena de una Granada
romántica y morisca que ellos contribuyeron a inventar magistralmente.
El médico alemán, Franck Pfendler D´Ottensheim, quien estuvo
en Granada una buena parte de 1846, sí que recorrió efectivamente el macizo,
dejando sus observaciones escritas en un libro publicado en Sevilla dos años
más tarde, Madera, Nice, Andalucía, La Sierra Nevada y los Pirineos. Realizó el
ascenso con un guía llamado Arrabal y con él realizó un inmenso recorrido que
le llevó de Güéjar Sierra a las más altas cumbres, al Marquesado, Puerto de la
Ragua, Alpujarra y Valle de Lecrín.
Su texto es tan extraordinariamente interesante, que en los
años siguientes fue utilizado de manera bastante literal por varias guías de
viajeros en Granada, como las de Francisco de Luque o Remigio Salomón. Con
similar o superior belleza a la conseguida por Boissier, aunque con objetivo
totalmente distinto, en el libro de Franck Pfendler D'Ottensheim se recoge una
vista panorámica de Sierra Nevada, elaborada por él mismo que abarca
desde el estrecho de Gibraltar hasta el puerto de Almería, con sus dos
grandes colosos del Mulhacén y el Veleta, junto con las sierras subordinadas y los
más importantes accidentes geográficos de la región, que es uno de los más
bellos testimonios gráficos de la historia nevadense.
El viaje con el que se cierra el ciclo de los visitantes
románticos a Granada y a Sierra Nevada es el que en 1862 llevaron a cabo Gustavo
Doré y Charles Davillier. Ambos acudieron a España "acuciados por el
peligro de lo moderno" y con el propósito de "reflejar e inventariar
una España que va a desaparecer". El texto escrito por Davillier
recogiendo su viaje por España no apareció hasta 1874, con el título L'
Espagne. A Sierra Nevada entraron los viajeros franceses por Güéjar Sierra y
por la loma del Castañar pasaron al valle opuesto, el de Monachil, y por San
Jerónimo, la fuente de los Neveros y los Peñones de San Francisco llegaron al
Veleta, cuando el sol aún permanecía oculto tras el enorme cono nevado del
Mulhacén.
Tras una estancia en Jaén, Doré y Davillier regresaron a Granada
y a través de la Alpujarra se encaminaron hacia Almería. De su estancia en la
Sierra Doré dejó dos hermosos dibujos, un nevero y el Panderón del Veleta
y de su paso por la Alpujarra tres más: una vista de Lanjarón, el
Barranco de Poqueira y un mendigo de Berja con su hija, que sirvieron para
inmortalizar aún más estos aquellos paisajes y darlos a conocer a buena parte
de Europa.
La segunda gran oleada de viajeros se produce ya en el
último tercio del siglo XIX, vinculada con la Institución Libre de Enseñanza.
Uno de sus miembros y promotor activo del conocimiento de Sierra Nevada
fue el Ingeniero de Caminos Luís de Rute, quien realizó una larga
excursión a Sierra Nevada entre el 3 y el 14 de agosto de 1888. Su
experiencia fue publicada en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza
–“"Diario de una excursión a la Sierra Nevada"- donde describe las
vicisitudes, problemas, acontecimientos y satisfacciones que tuvieron lugar a
lo largo de la expedición.
En la edición póstuma de estos escritos aparece
publicado un mapa de Sierra Nevada elaborado por el propio Rute, que es,
seguramente, el primer mapa montañero de Sierra Nevada y, sin duda, el primero
que se elabora desde la propia ciudad.
Felicidades por la entrada, muy completa
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