De los paseos de invierno, por soleado y por su gran valor entográfico, son muy bonitas Las Majaíllas. Un sendero histórico que recorre la falda baja del Alguacil, y que conecta cortijos tan emblemáticos como la Majaílla Verde y el del Puro; con sus barrancos, sus labores, eras, rascales y las majadas.
La palabra Majada tiene dos entradas en el diccionario, y ambas, definen la zona:
1. Lugar donde se recogen el ganado y los pastores por la noche
2. Estiércol de los animales.
Un vecino nos ha contado que aquí le enviaban, con sólo ocho años, a cuidar un pequeño rebaño de ovejas, a la Majaílla Verde.
Refería, sonriente, otros tiempos en los que los cortijos se habitaban durante todo el año. Nos habla de trabajo duro y nevadas copiosas, en las que trasladar el ganado era toda una hazaña.
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forjados de madera que aguantan las inclemencias |
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típica reja de hierro |
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vaca sobre era |
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el blanqueo con cal desinfectaba y engalanaba |
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Cortijo del Puro |
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arquitectura de vanos adintelados y muros de piedra seca |
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ahora son las zarzas quienes habitan estas ruinas |
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pero flipamos con las vistas al abrir la puerta de la casa |
Han cambiado las cosas, pero el paisaje sigue haciéndonos sonreír, por bonito y tranquilo. Y nos fascina, mientras paramos a comer algo rico, imaginar las faenas y las vidas de sus antiguos pobladores, sus vidas, fatigas y alegrías.
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Carne de membrillo, nueces y pan.
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Super tapa serrana con productos güejareños |
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Majaílla Verde |
"Cuando volví al cortijo, mi madre había encendido una lumbre en la chimenea en la que cocinaba un guisado de papas, arroz y bacalao. A media tarde, se comenzaron a oir los cencerros de las ovejas. Le pedí permiso a mi madre para ir al encuentro de mi padre y mi hermano, y corrí solana arriba hasta llegar a donde se encontraban.
Mi padre me recibió con una sonrisa y mi hermano me decía desde lejos a grito pelao: Ven y verás qué dos borreguillos más bonicos ha parido una oveja.
Corrí para donde él me señaló y allí estaba la oveja lamiendo a los dos hijos que acababa de parir. ¡Qué maravilla! Con cuánto cariño y cuidado lamía a uno y a otro, balando de vez en cuando cariñosamente, como diciendoles: no temáis nada, que mi amor os protege.
Mi padre, que se había acercado también, me dijo riendo:
- Parece que te gustan los animales tanto como a mí.
El resto de la tarde me quedé con ellos y me encantó hacer el camino de regreso con uno de los corderitos en brazos. El otro lo llevó mi hermano, ya que por sus pocas horas de vida no podían seguir a su madre"
Fragmento entrañable de "Memorias del Tiempo" Lourdes Hernandez Martín. 2019.
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Majaílla verde desde el sendero |
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Era |